El brillante debut narrativo de Luisa Castro. Dentro estaba el mundo y fuera el Extranjero. Esta historia sucede en ambos lados. En el mundo se sortean casas sindicales, varan cachalotes, se hunden barcos, abren y cierran fábricas, se construyen diques, se rompen camas. En el Extranjero brilla el oro, las parejas bailan, el mar está como un plato y el viento da en la popa.Pasar el cambio de rasante que divide al mundo del Extranjero es atravesar la frontera de los sueños. Con el viento en contra, el regreso es una hazaña. Pero casi siempre una temeridad. La vuelta a la realidad se paga con la locura. La persistencia del sueño, con la soledad.El somier está escrita de lo visto y lo oído. Son los primeros indicios del final de un mundo y el comienzo de otro bien distinto, con el que la narradora se tropieza una mañana al volver de la playa, a golpe de sirena. Si no fuera porque hasta la última quimera acaba siempre por manifestarse, y porque los objetos perdidos siempre van a parar a algún lado, valdría la pena ocultar el deseo y no despertar de los sueños. Estar en guardia y adelantarse a los hechos es una manera de vivir para contarlo. Porque no es el sueño de la razón el que produce monstruos. Primero se ven los monstruos y luego viene la razón: una cama rota, un barco retirado, una fábrica cerrada, un espigón inválido.Una excelente primera novela, un brillante debut narrativo de Luisa Castro, una escritora que, pese a su juventud, ya ha alcanzado merecida fama por sus libros de poesía.