Los personajes de La vida ordenada se mueven como por inercia, atravesando alguna crisis o a la espera de que suceda algo que tuerza su camino. De la cárcel a un departamento heredado, de la casa familiar al oasis de un pequeño estudio rentado, de un amplio departamento prestado a la diminuta vivienda de uno, los espacios van marcando posibilidades, destinos, aspiraciones, ofreciendo a sus ocupantes algo a que aferrarse.
He aquí una exquisita combinación de pequeños detalles y misterios extraños tamizados por una de las sensibilidades más destacadas de la narrativa contemporánea.