SERPIENTE TERRENAL, LA

SERPIENTE TERRENAL, LA

UN VODEVIL DE HOY

ALBAICIN, JOAQUIN

7,80 €
IVA incluido
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Editorial:
ANAGRAMA EDITORIAL
Año de edición:
1993
Materia
Novela moderna y contemporánea
ISBN:
978-84-339-0954-1
Páginas:
144
Encuadernación:
Cartoné
Colección:
NARRATIVAS HISPANICAS
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Título descatalogado. En el Kali Yuga, la Edad Oscura en la que -siguiendo la cíclica ley de la inversión de los valores y de las valías - todo está patas abajo, los hijos de Jafet -paladines del Maligno- han sustituido a Nehestan por la Serpiente del Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal. Los hijos de la Estrella de Oriente, quemadas sus caravanas, varados en el mundo, vagan -tratando de salvar el alma- por un paraje cuyos árboles no dan mi¡s fruto que los mil y un condones del humanismo, y sembrado de cepos progresistas. Pepe, hijo del Este, guitarrista flamenco y garañón protagonista de esta historia de muslos que valen su peso en mierda, encarna todas las cualidades arquetípicas de los semidioses de la Edad de Oro, aunque -héroe nacido en el ojo del huracán del Kali Yuga- es un guerrero al que el espíritu de los Tiempos de Disolución ha abierto en la coraza mil fisuras sutiles.Unos en las filas del legitimismo metafísico y sanguíneo, otros en las del batallón de los traidores, así Pepe como tantos hijos de la Tierra de Antes del Diluvio, todos buscan la salvación: el Anciano Sin Habla, Juan el de la Ultima Torre, una guitarra dicaz, un cantaor que pudo ser figura y se quedó en figurante, una antillana de rompe y rasga y un rubí de la torería, en el año en que dejaron los negros de Madrid de ser torvas sombras que hurgaban sin descanso en las treinta cremalleras de los treinta bolsillos de sus cazadoras cuando caía la noche sobre las esquinas de las aceras poco recomendables, y las negras dejaron también de estar representadas en exclusiva por las imprescindibles señoritas de color de los clubs de espectáculos X o por esa pantera de labios gruesos y resplandeciente dentadura que paseaba los firmes muslos y el liguero por la Ballesta y Desengaño, ofendiendo con su esplendor carnal y su principesca planta a las prostitutas blancas que, ojerosas y macilentas, en nada parecían ejercer la misma profesión que lrma la Dulce...