«Caravaggio, en vez de ser el último pintor del Renacimiento, será por encima de todo el primero de la
Edad Moderna; una conclusión que puede parecer obvia, pero que no se puede comprender plenamente hasta que no se valore el peso de su implicación intelectual y de costumbres que, quizá porque mira hacia una época siempre abierta y en crecimiento, todavía hoy suena como intensamente actual. El público busca leer (naturalment) a un pintor que ha procurado ser (natural), comprensible; humano más que humanístico, en una palabra, popular».