«Una obra maestra de la sátira política: absorbente, divertida y aterradora» (Robert Harris, Literary Review). Stoyo Petkanov, antiguo presidente y líder todopoderoso de un país socialista ya en tiempos de torrencial deshielo, va a ser juzgado públicamente. Juicio que deberá ser ejemplar, puesto que, como dice un general que fuera camarada de Petkanov y ahora milita en el bando de los que propugnan «los cambios», se juzga en él a todos aquellos a quienes ya es imposible juzgar. Y condenar. Peter Solinsky es el fiscal designado a tal fin, joven abogado y profesor universitario, hijo de un antiguo revolucionario de la primera hora, compañero y amigo de Petkanov, y «purgado» luego por éste.Pero ¿debería el nuevo régimen juzgar al antiguo? El fiscal, la encarnación del cambio, se encuentra desgarrado por su deseo de justicia -o acaso de venganza- y su creencia en el juego limpio de la democracia y el respeto a las leyes. Y para el viejo ex presidente, el juicio no es más que un escenario privilegiado, en el cual no va a representar el papel que los actuales dirigentes le han asignado, pues en su cabeza tiene un guión muy diferente. Una apelación a la Historia. Y en el contrapunto entre acusador y acusado -«¿Qué prefieres», pregunta Petkanov a Solinsky, «que yo haya sido un monstruo y te persiga en tus sueños, o que sea como tú, y te obsesione cuando estés despierto?» - quedará al descubierto la vasta zona gris que hay entre el blanco y el negro, el vertiginoso vacío que dejan las utopías fracasadas en las sociedades que las engendraron.