PENSAR CON CHESTERTON. FE, RAZÓN Y ALEGRÍA.CIUDAD NUEVA-RUST

PENSAR CON CHESTERTON. FE, RAZÓN Y ALEGRÍA.CIUDAD NUEVA-RUST

BAVIERA PUIG, TOMÁS

15,00 €
IVA incluido
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Editorial:
CIUDAD NUEVA, EDITORIAL
Año de edición:
2014
Materia
Religión y creencias
ISBN:
978-84-9715-296-9
Páginas:
320
Encuadernación:
Rústica
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¿Es posible creer sin renunciar a razonar? Y si es así, ¿qué papel tiene la razón en el proceso de apertura a la fe? Si la fe no resulta atractiva, no es porque no se pueda demostrar, sino porque se ha debilitado nuestra capacidad de alegrarnos. Gilbert Keith Chesterton (1874-1936), periodista londinense, confiaba en la razón y creía en la alegría. Buscó el modo de que fueran de la mano y se compenetraran, y descubrió que caminaban juntas hacía tiempo en el cristianismo. Dos ensayos suyos, Ortodoxia (1908) y El hombre eterno (1925), recogen principalmente su visión del cristianismo: el primero relata su itinerario intelectual, que lo condujo al credo católico, y el segundo demuestra la singularidad histórica de Jesús y su influencia en el interior del ser humano. Para muchos lectores de Chesterton que se han perdido en sus páginas, o para quienes aún no se han adentrado en ellas, este libro les servirá como mapa para orientarse no solo en Ortodoxia y en El hombre eterno, sino también en otras obras suyas. En cualquier caso, la lógica de los planteamientos expresados en estos dos libros ayuda a descubrir un amor digno de ser creído e inspirador de auténtica esperanza.¿Es posible creer sin renunciar a razonar? Y si es así, ¿qué papel tiene la razón en el proceso de apertura a la fe? Si la fe no resulta atractiva, no es porque no se pueda demostrar, sino porque se ha debilitado nuestra capacidad de alegrarnos. Gilbert Keith Chesterton (1874-1936), periodista londinense, confiaba en la razón y creía en la alegría. Buscó el modo de que fueran de la mano y se compenetraran, y descubrió que caminaban juntas hacía tiempo en el cristianismo. Dos ensayos suyos, Ortodoxia (1908) y El hombre eterno (1925), recogen principalmente su visión del cristianismo: el primero relata su itinerario intelectual, que lo condujo al credo católico, y el segundo demuestra la singularidad histórica de Jesús y su influencia en el interior del ser humano. Para muchos lectores de Chesterton que se han perdido en sus páginas, o para quienes aún no se han adentrado en ellas, este libro les servirá como mapa para orientarse no solo en Ortodoxia y en El hombre eterno, sino también en otras obras suyas. En cualquier caso, la lógica de los planteamientos expresados en estos dos libros ayuda a descubrir un amor digno de ser creído e inspirador de auténtica esperanza.