El hacha cercenó los dedos de su mano derecha y parte de la mano izquierda, cortó, sajó, arrancando piel y músculo, quebrando las costillas y el esternón, llegando a los órganos internos. Nochebuena, 1950. Un cuerpo carbonizado aparece sobre la nieve del jardín de la casa Butler. Ingrid, congelada por el terror, vio a la figura ensañarse en silencio. Como si aquel desconocido vestido de negro estuviera realizando un acto mecánico y desapasionado. Veintidós años después llegará al pequeño pueblo de Wiilard un abogado con la orden, por parte del nieto de Butler, de vender la casa.