NO PODEMOS CALLAR

NO PODEMOS CALLAR

MEMORIA DE BUENAFUENTE

IONESCU, ÁNGELA C.

14,00 €
IVA incluido
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Editorial:
PROMOCION POPULAR PPC
Año de edición:
2013
Materia
Religión y creencias
ISBN:
978-84-288-2591-7
Páginas:
192
Encuadernación:
Cartoné
Colección:
SAUCE
14,00 €
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De la Madre abadesa
Prólogo, de Ángel Moreno Sancho
 
¡Qué terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios y puerta del cielo (Gn 28,18)
Bendito el Señor en la bóveda del cielo... (Dn 3,57-88.56)
Pelearán contra ti, pero no te podrán vencer, porque yo estoy contigo para librarte, dice el Señor (Jr 15,20)
El que hace la voluntad de Dios permanece para siempre (1 Jn 2,17)
 
La suerte de Sión
No se nos ha dado otro nombre que pueda salvar (Hch 4,12)
Tierra desierta, soledad poblada de aullidos (Dt 32,10)
Te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación (Sal 117,21)
Miradlos venir de lejos; miradlos, del norte y del poniente (Is 49,12)
Ve y diles (Jn 20,17)
 
Caminos irrastreables. La trama de Dios
Que no hay tal andar
Tañeré para ti, Señor (Sal 137)
Y la esperanza no defrauda (Rom 5,5)
A mí me lo hicisteis (Mt 25,40)
Estuvieron entre nosotros
El cuerpo tiene muchos miembros (Rom 12,4)
Como chispa por cañaveral (Sab 3,7)
Bajo tu amparo
Hemos salvado la vida como un pájaro de la trampa del cazador (Sal 123)
Ningún don es para provecho propio (1 Cor 12,7)
 
Testimonios
Cardenal Antonio Cañizares Llovera, «Venid y veréis»: Buenafuente del Sistal
Don Juan José Asenjo Pelegrina, Buenafuente en la memoria
Madre Teresita
Antonio Lago
Berna García de Román
Hna. Antonia Azpilicueta
Dr. Vicente Albert
Rafael Rubio
Marichu Bisbal y Lola Gimeno, Recuerdos de nuestro primer año en el monasterio
Carmen Taberné de Aguado
Victorino de Vicente
Isabel de Gregorio, «Charra»
Familia Huguet-Escrihuela
Vicente Camacho
 
En Buenafuente
Agradecimientos

«Buenafuente se acurruca entre el cerco de montes poblados de sabinas, árboles que llevan oloroso incienso en su madera [...], que lo guardan celosamente, como a perla preciosa». Así comienza este relato sobre el último tramo -cuarenta años o algunos más- del monasterio de Buenafuente del Sistal. Pero, más profundamente, Buenafuente no se explica sino desde la coincidencia de aquellos que han buscado y siguen buscando sinceramente la dimensión espiritual de sus vidas. El inicio de esta historia fue un grito de auxilio a la vez que un ofrecimiento de hospitalidad: «Tenemos soledad, desierto, silencio, oración, pobreza; no os los damos, queremos compartirlos con vosotros». Y como semilla fecunda prendió en el corazón de muchos.

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