Esa noche, el usurero Jacinto Corts estaba dedicado a lo que m s le gustaba hacer, recontar los fajos de dinero y las joyas que ha ido atesorando, cada billete de 500 euros, cada collar, pulsera y anillo tiene detr s una historia propia de enga¤o y codicia, una v¡ctima distinta, algo especial y caracter¡stico que lo hace diferente, digno de recordar y de lo que vanagloriarse. Con la caja de caudales a su espalda, abierta de par en par mostrando sin pudor cuanto almacena al alcance de cualquiera, Corts est confiado, desconoce que al otro lado de la puerta de su despacho de prestamista, como l dice de su oficio de ladr¢n de guante negro, que lo separa y a¡sla del mundo y cree lo pone a salvo, alguien muy pr¢ximo a l, como un ave de rapi¤a que desde el cielo planea en busca de una confiada presa, lo tiene en su punto de mira y espera el momento adecuado para caer sobre l.Corts tiene un trabajado historial sobrecargado de cicatrices f¡sicas y mentales, tambin de muescas con los nombres de los enemigos que dej¢ por el camino. A los 17 a¤os huy¢ de su Extremadura natal y del porvenir de destripaterrones