«Soy el comienzo de una consciencia totalmente nueva.» Estas palabras de
Osho ponen de manifiesto hasta qué punto él concibe su filosofía como
una ruptura con las distintas tradiciones del pensamiento occidental y
oriental. Es el mismo espíritu con el que aborda la sexualidad: en
primer lugar, presentándola no como un obstáculo para la elevación
espiritual e incluso la iluminación sino, al contrario, como un regalo,
expresión de unas energías biológicas y puerta al autoconocimiento; en
segundo lugar, como realización del amor, elemento central de la
existencia. El sexo es uno de los aspectos constitutivos del nuevo tipo
de santo, Zorba el Buda, fusión inseparable de lo terreno y lo sublime.
A partir de estos principios, Osho responde a las distintas cuestiones
que plantea la sexualidad, desde la eyaculación precoz hasta el orgasmo,
desde los celos hasta la diferencia entre sexos. La visión del sexo de
Osho es, desde luego, enormemente crítica respecto a lo que enseñan
muchas religiones, que la calificarían de pecaminosa, e incluso la moral
dominante. Pero justamente es su audacia, junto a la alta calidad
espiritual de su reflexión, lo que hace tan atractivo su pensamiento.