El músculo del lenguaje se revela desprovisto de todo propósito que no sea su propia contractura y su inmediata distensión: late como otro corazón, con sístole y diástole desgoznadas. Los poemas de Impersonal se configuran, así, como estallidos elocutivos, como súbitas cristalizaciones de energía oral, escuetas, resquebrajadas, sin otros asideros que su mero estar, que el gozo y la perturbación de su advenimiento.