Una novela construida con firme arquitectura y accionada por la intriga que se despliega como una sinfonía de la inquietud. La villa de F. celebra la última jornada de su tradicional concurso de tiro de pichón sin sospechar que durante unas pocas horas primaverales van a precipitarse, para explotar, varios conflictos largamente larvados. El drama social y la devastación individual, la revancha y la venganza, el amor como enfermedad y los años como remedio que nada cura confluyen en esta historia escrita en presente para asomarse mejor, por medio de sus grietas, al pasado. El autor se ha ceñido, en el esqueleto de la peripecia, a las unidades de tiempo y lugar para construir un edificio con materiales aparentemente incompatibles. La solidez del relato clásico convive con la ambigüedad de la más libre sugerencia; el grave empaque que exigen los grandes temas (paternidad y traición, como dúo que todo lo explica al negarlo todo) se trata a veces con la distancia minuciosa de quien contempla un paisaje, o con la ironía del aficionado a la ópera, capaz de burlarse y conmoverse a la vez y por los mismos motivos. La enjundia no está reñida con la ligereza. El beso se presta a una inspección del microscopio. Los bajos fondos han de ser competentes. El folletín se convierte en un género divertidísimo. El lector decidirá en qué consiste el horror de El horror. Si en la contundencia de las tribulaciones que forman su tejido, o en la impresión final que se deposita en el ánimo; no será fácil, desde luego, olvidar este día de primavera. Construida con firme arquitectura y accionada por la intriga, la novela se despliega como una sinfonía de la inquietud. Tan original como ameno, con esta obra de madurez Álvaro del Amo se afianza, con nitidez indiscutible, en un puesto destacado dentro del panorama de la narrativa española de nuestros días.