Desde Mayo de 1968, en el que se elevó la transgresión a la categoría de dogma, y la rebeldía a la de nueva ortodoxia, en los últimos cincuenta años, nuestra sociedad ha sido remodelada a una velocidad y con una intensidad jamás conocidas. Hoy, la representación de la realidad predomina sobre la realidad misma. La clave del cambio histórico ahora se encuentra en el control de las percepciones, para imponer un relato, que permita producir un desplazamiento desde lo político a lo moral, y desde la razón al sentimentalismo. Aquellos tumultos fueron protagonizados por la generación de jóvenes más beneficiadospor el sistema de paz, seguridad, prosperidad y posibilidades de desarrollo personal, implantado tras la Segunda Guerra Mundial. Sorprendió que, llegados a la mayoría de edad, cuestionasen con barricadas todo el sistema del que se habían beneficiado, en favor de ideas decididamente procomunistas. No eran obreros ni campesinos los que se rebelaban, sino burgueses y pequeños burgueses, ?pijos? universitarios de familia bien y de derechas, a los que nada faltaba. En la España de los setenta, ?tontos
