El infernal viaje en trenes de carga destinados usualmente al ganado dio inicio al tormento de millones de personas. Al llegar al destino final, los campos de trabajo y exterminio, estas se enfrentaban cotidianamente no solo a la muerte, sino al odio y al desprecio a través de actitudes maniáticas, destinadas a demostrar, a toda costa, la teoría de una raza superior.
Pero como el ser humano siempre se resistió a la barbarie, y nunca se quedó impasible ante el horror, hombres y mujeres como Alfred, Billy, Ethel, Roma o Walter, seguros de que un mundo mejor era posible, emprendieron la lucha, y la continuaron toda la vida. Por eso son los imprescindibles.