AA.VV
Cada día un cúmulo de graves hechos conexos nos enrostran una crisis de monstruosas dimensiones. No sólo económicas, vividas como penurias colectivas, que se extienden en el norte y en el sur global, sino también políticas y sociales, de efectos todavía impredecibles. Mientras unos juegos y reglas de ajuste se interponen como lógica dominante para favorecer determinados centros cerrados de decisión, no sólo en Europa sino en el orden planetario, en función de hegemonías, ejes y escenarios de disputa estratégica, se destruyen viejos parámetros que establecían residuos democráticos y unas menores asimetrías, del mismo modo que algunos caminos progresivos de solución concertada que invocaban derechos, igualdades, libertades, ideas de comunidad o destino compartido. Esa imagen de alguna justicia, cohesión y horizontalidad, entre países y sectores, nos dice adiós, no promete siquiera su retorno y declara la implacable racionalidad de leyes del mercado que se causan como intereses de control, cuyo peso se deja caer echando abajo competencias y espacios nacionales, arrasando lo público mediante el autoritarism