"El amor crece a través del amor". "El reconocimiento del Dios vivientes es una vía hacia el amor, y el sí de nuestra voluntad a la suya abarca entendimiento, voluntad y sentimiento en el acto único del amor. No obstante, éste es un proceso que siempre está en camino: el amor nunca se da por "concluido" y completado; se transforma en el curso de la vida, madura y precisamente por ello, permanece fiel a sí mismo". Estas afirmaciones de Benedicto XVI en su carta encíclica, Deus caritas est, muestran cómo el don del amor necesita ser cultivado en lo concreto de la historia. La acogida del don y la entrega a la fuente del amor es un proceso personal y comunitario. La persona madura cuando el eros va transformándose en ágape, en don de sí a los demás, mediante la disponibilidad y docilidad al Espíritu. Y esto es verdad también para la comunidad eclesial. La identidad sacramental del Pueblo de Dios en el mundo acontece a través de la caridad de las palabras y de las obras. Hoy se espera de él una nueva imaginación de la caridad. El compartir fraterno exige de la comunidad parroquial que sea verdadero hogar par