Ya hace tiempo que muchos centros educativos han elaborado sus planes de acogida de centro con el apoyo, a veces, de profesionales de programas y servicios externos.' También otros ámbitos más cercanos a los municipios (diputaciones, consejos comarcales ... ) han promovido y facilitado la elaboración de planes de acogida municipal. Estos primeros proyectos de acogida tenían la voluntad, en general, de ordenar unas actuaciones de forma protocolizada, y también, de transformar la fría mecánica vigente de recepción administrativa de las personas recién llegadas en unas actitudes de acogida más humanizada, y en los centros docentes, más educativa. Pero a pesar de la gran diversidad de actuaciones y de estilos habidos y por haber', en general, y a pesar de notabilísimas excepciones, tenemos que reconocer que esta voluntad ha quedado a menudo en una mera declaración de intenciones y, en la práctica, 19S planes de acogida, tanto escolares como municipales, se han limitado a unos protocolos, más o menos rígidos, que no han ido mucho más allá de facilitar -también lingüísticamente- esas actuaciones más burocráticas