Es un estudio sobre la narrativa de Luis Landero que ofrece una explicación global y profunda de su estética. El análisis de Alfonso Ruiz de Aguirre muestra que su estilo nace de su apuesta por una literatura lúdica y dialógica. Landero aborda los grandes conflictos del ser humano excluyendo todo dogmatismo y hundiendo sus raíces en un humanismo empático y afectivo que nace de su singular visión de la parodia. Su decidido vitalismo le permite deformar la realidad y someter a sus personajes a la burla y la inanidad sin castigarlos con las sórdidas truculencias del esperpento, sin deshumanizarlos ni degradarlos. Por su visión empática, compasiva y optimista del ser humano. Luis Landero, no se limita a identificarse con el perdedor: bucea en su alma hasta presentárnoslo con los ojos amables y cariñosos del Dios que lo creó así: débil, incompleto, imperfecto, pero maravilloso, y convierte su insignificancia en motivo de admiración. Para ello ha desarrollado un estilo personalísimo, capaz de fundir lo culto con lo popular, tan alejado del realismo como de los géneros fantásticos, sustentado en el símbolo, la paradoja y la parodia carnavalesca.
