El día de su undécimo cumpleaños Rose Franklin sale a pasear con
la bicicleta que acaba de estrenar por un sendero de Black Hills, en Dakota
del Sur. Cuando está a punto de regresar, observa un extraño resplandor
que provoca que deje la bicicleta y se adentre en el bosque. De pronto, el
suelo se abre bajo sus pies y, cuando despierta, descubre que se halla en un
gran hoyo cuadrangular, cuyas paredes están formadas por paneles en los
que figuran unos intrincados bajorrelieves. Cuando los bomberos acuden
a rescatarla, lo que ven es una niña tendida sobre una mano metálica de
gigantescas proporciones. ¿De dónde proviene esta gigantesca mano de aspecto
metálico? ¿De qué material está hecha? ¿Quién la construyó?
Diecisiete años después, el misterio sigue sin resolver. Las autoridades militares
que se hicieron cargo de la investigación terminaron por abandonarla
unos años después, sin aceptar el resultado de la datación con carbono 14 y
sin haber logrado establecer el material con el que se construyeron la mano
y los paneles, ni logrado determinar la función tecnológica o militar de los
objetos. Con la mano y los paneles depositados y casi olvidados en un almacén,
el proyecto de investigación ha perdido al final su carácter militar.
Transferido a la Universidad de Chicago con el apoyo de la NSA, la dirección
del proyecto de investigación se encarga a una prestigiosa física: se
trata de Rose Franklin, la niña de la bicicleta que había caído sobre la mano.
