GUÍA: EL NIÑO DESMOTIVADO + CUENTO: LEÓNIDAS. EL CAMALEÓN QUE NO SABÍA CAMBIAR D

GUÍA: EL NIÑO DESMOTIVADO + CUENTO: LEÓNIDAS. EL CAMALEÓN QUE NO SABÍA CAMBIAR D

BORDA CRESPO, MARÍA ISABEL / FERNÁNDEZ SOGORB, AITANA / VICENT JUAN, MARÍA / GONZÁLVEZ MACIÁ, CAROLI

12,95 €
IVA incluido
Available
Publishing house :
PIRAMIDE EDICIONES
Year of edition:
2024
Matter
Psicología
ISBN:
978-84-368-4957-8
Pages :
64
Binding :
Bolsillo
Collection :
Piramide

Antes de los 2 años los niños ya reaccionan de forma negativa cuando no saben resolver correctamente una tarea y de forma positiva cuando la llevan a cabo con éxito. A los 3 años van ampliando su perspectiva y, además de alegrarse de sus logros, reaccionan más positivamente si terminan la tarea con éxito antes que los demás niños. Es aquí cuando nuestro pequeño lanza su cochecito más lejos que su amiguito del parque y le dice entusiasmado: «¡He ganado!». Aunque esta alegría le dura poco si su contrincante gana la carrera un minuto después. Y es que, desde bien pequeños, nuestros hijos van desarrollando la capacidad de diferenciar entre el éxito y el fracaso, así como de reconocer sus habilidades y limitaciones en ellos mismos y en los demás, capacidad que les ayuda a estar motivados en sus aprendizajes, siempre que sus conclusiones sean realistas.
Hablamos de motivación cuando concentramos nuestra energía en realizar una acción y de motivación de logro cuando esa acción la queremos realizar de la mejor forma posible. En esta guía nos vamos a referir a la motivación de logro de nuestros hijos.
Los niños suelen mostrar motivación por realizar correctamente cada nueva tarea que se les plantea. Estas ganas de aprender los lleva a ser constantes hasta conseguir leer y escribir, sumar y restar, atarse los cordones de los zapatos, lavarse las manos, cepillarse los dientes... Sin embargo, la motivación de nuestros hijos por alcanzar el éxito en cada nuevo aprendizaje puede disminuir con la edad a lo largo de la infancia. Además, tiende a estabilizarse a partir de los 13 años, lo cual implica que, si nuestros hijos llegan desmotivados a la adolescencia, nos resultará más difícil cambiar su actitud ante el aprendizaje. Por tanto, es imprescindible que fomentemos en ellos la constancia y la pasión por aprender desde pequeños.