En la playa canaria de Maspalomas aparecen una serie de
cadáveres que no presentan signos aparentes de violencia. Quien
asume la instrucción es la jueza Izaskun Burruchaga Murugarren, una
atípica magistrada que se ha incorporado a la judicatura tras años de
trabajar como ejecutiva en una multinacional. Poco a poco, la jueza
Burruchaga se convencerá de que los asesinatos están relacionados
con las actividades de los servicios de inteligencia del III Reich en las
Canarias durante la Segunda Guerra Mundial, aunque nadie parece
creerla.