¿Qué veríamos, si mirásemos más allá del espejo? ¿Qué comprenderíamos, si supiéramos abrir los ojos? A menudo aún me hago esas preguntas. y como siempre, sigo sin poderlas contestar. Aquél día, hace ya setecientos años, perdimos el mundo por segunda vez y, como niños extraviados, desde entonces hemos vagado sin rumbo, caminando por un mero fragmento de lo que tuvimos y que, en nuestra arrogancia, llamábamos nuestro. Hubo una época en la que el mundo no era más que un frágil sueño. Y como ocurre siempre... al final ha llegado la hora de despertar. Bienvenidos a Gaïa.