Introducción. Comunicar: un intercambio de corazones
Amar a los compañeros de viaje (Mt 14,13-31)
¡Mira a lo alto! (Lc 1,39-56)
Una fe desnuda (Mt 15,21-28)
Declaraos abiertamente (Mt 16,13-20)
Fuera de la viña (Mt 21,33-43)
La increíble miseria del hombre (Mt 22,1-14)
El Señor conoce a los suyos (Jn 10,22-30)
Apoyándonos con amor (Mt 22,34-40)
Cristo, Rey del universo (Mt 25,31-46)
El hoy sometido a prueba (Mc 13,1-27)
¿Poco eficaz? (Mt 3,1-12)
La Palabra en nosotros y nosotros en la Palabra (Jn 5,33-39)
Grandes pretensiones, poquísimos instrumentos (Mc 11,1-11)
La prehistoria de María (Lc 1,26-28)
Aceptar ser los segundos (Jn 1,19-27a.15c.27d-28)
María, madre del lenguaje (Lc 1,26-38a)
Un espíritu de confianza mutua (Mt 2,13b-18)
La pobreza: el ADN de nuestro bienestar (Lc 2,18-21)
La palidez de lo engañoso (Lc 4,14-22)
Un Dios alcanzable (Mt 2,1-12)
El bautismo de la naturaleza humana (Mc 1,7-11)
Lo «superfluo necesario» (Jn 2,1-11)
Familias visitadas por la gracia (Lc 2,41-51)
Tempestades colectivas y tempestades ideológicas (Lc 8,22-25)
Los que no son de los «nuestros» (Mt 15,21-28)
El valor de la ternura (Lc 7,36-50)
Una bofetada al sentir común (Lc 18,9-14)
La tentación del bien aparente (Mt 4,1-11)
Interrogarse seriamente a sí mismo (Jn 4,5-42)
La única vía de la libertad (Jn 8,31-59)
Dos modos de encontrar a Dios (Ex 33,7-11)
Tras las tinieblas está la luz (Jn 11,1-53)
Trescientos gramos de nardo (Jn 11,55-12,11)
En el puesto de Jesús (Jn 14,1-11)
Los vínculos íntimos de pertenencia (Jn 10,27-30)
¿Qué gloria? (Jn 17,1-26)
Las confusiones de siempre (Jn 15,26-16,4)
Mirándole a él (Lc 24,36b-53)
Nadie es huérfano (Jn 14,15-20)
Un amor que quiere que el otro sea (Jn 15,24-27)
La misa sobre el mundo (Mc 14,12-16.22-26)
Pedro y sus sucesores (Mt 22,1-14)
Olfatear en la gran oscuridad (Mt 11,27-30)
El amor para los momentos difíciles (Lc 10,38-42)
Palabras sin salida (Mc 8,34-38)
El honor de Dios y la coincidentia oppositorum (Mt 21,12-17)
El triunfo en la pobreza y en la discreción (Jn 16,33-17,3)
El precio del seguimiento (Mt 10,28-40)
La comunidad es el único sujeto de poder (Jn 3,25-36)
Como el estupor de un niño (Jn 3,1-13)
¡Dios mío, si existes, haz que pueda encontrarte! (Jn 6,41-51)
A nosotros nos corresponde hacernos prójimos (Lc 10,25-37)
Los «primeros» del reino (Mt 20,1-16)
Tú eres ese hombre (Mt 13,24-43)
Mirar la historia desde el fin (Lc 21,5-28)
Un tiempo breve que llena la historia (Mc 1,1-8)
La pregunta crucial (Lc 7,18-28)
Un Dios que no pierde el control (Lc 19,28-38)
Llena de gracia (Lc 1,26-28)
Como un arbusto en tierra árida (Flp 4,4-9)
¡Piensa en seguirme! (Jn 21,19c-23)
Jesús, el judío (Lc 4,14-22)
Imitar a Jesús en dos niveles (Lc 3,15-16.21-22)
El ojo vigilante y materno de María (Jn 2,1-11)
Los discípulos son los medios (Mt 15,32-38)
Salir de la familia (Mt 2,19-23)
Jesús no ha venido para los mejores (Mc 2,13-17)
Hasta el último límite de las posibilidades (Lc 19,1-10)
La palabra, una fuerza indecible (Mt 4,1-11)
¿Preferimos a Jesús a cualquier cosa? (Jn 4,5-42)
Somos amados sin límite (Jn 8,31-59)
No el poder de Jesús, sino Jesús mismo (Jn 9,1-41)
Quien no se arriesga, pierde (Jn 11,1-53)
La hipocresía de algunas críticas (Jn 11,55-12,11)
Todos llamados por el nombre (Jn 20,11-18)
Conclusión. Caminar juntos a Jerusalén
En una sociedad confusa y desorientada como la nuestra, la Palabra de Dios es fuente de vida para todos, porque habla al corazón del hombre, le ayuda a descubrir los propios deseos y a comprender en profundidad la propia personalidad. Frente a esta Palabra, el cardenal Martini, después de añas de estudio, reflexión y oración, no deja de sorprenderse. Estas son las homilías del antiguo arzobispo de Milán durante los últimos años, meditaciones sencillas e intensas, intervenciones breves, pero llenas de estímulo, para ayudar a comprender el mensaje universal de amor y acogida proclamado por Jesús y narrado en los evangelios. El cardenal Martini hace un recorrido, al hilo del calendario litúrgico, ofreciendo la narración de la vida de Cristo, una invitación abierta a todos, creyentes y no creyentes, a redescubrir la autenticidad del "hacerse prójimo" para el que está distante.
