Podríamos decirles que están de enhorabuena, que el Kutxi -sí, sí, el Kutxi, ese que canta- publica nuevo libro, que tras largos años sin firmar otra cosa que canciones, las que hoy tararean ustedes, ha decidido brindarnos un poemario inédito. Por fin. Excelente noticia. Podríamos incluso apremiarles para que en julio (la fecha de salida oficial es el 8 de julio) adquirieran su ejemplar cagando hostias, no vaya a ser que se acaben y les quede vacío el hueco de la estantería. El diablo no lo quiera. Dios no lo permita. Por favor, no se despisten. En consonancia con el talento y la personalidad del Kutxi, ese que tan bien conocen, sobran los argumentos con que introducirlo y despertar su interés; pero si llamamos a las cosas por su nombre, con cojones, y esta editorial los tiene, hemos de decir que El carretero cosaco, como reza su título, es mucho más grande que el Kutxi. Sí, han leído bien, más grande que el Kutxi mismo, ese que canta. A veces pasa. Las menos. Muy de vez en cuando aparece un libro que de tanto viajar de mano en mano crece hasta hacerse mayúsculo. Un libro que no encuentra reparos para entrar en un piso de barrio, en el estudio del erudito, en un hotel pegado a la costa o en la línea de metro más oscura del suburbano. Un libro que conecta igual con el alma del poeta que con la del tipo zarrapastroso y mal encarado.