El primer rasgo que me encanta en la poesía de Unamuno: su bilbainez fonética. Los poetas de Bilbao escribimos, en primer lugar, para los bilbaínos, y por eso, como fingidores, pretendemos no haber salido de la fratría infantil, que alitera de lo lindo a causa de una admiración ingenua, como de indígena sin colonizar, ante la lengua de los misioneros: Archanda, boche, troche, moche... qué maravilla.Del prólogo de Jon Juaristi