La materia abordada por Angel García Castillejo bien podría ser calificadade "historia interminable". La regulación de la profesión ejercida porlos periodistas sigue siendo, en el siglo XXI, una quimera. A pesar de la referencia explícita que a ella hace la Constitución en su artículo 20, ningún Gobierno de la democracia española ha logrado en treinta años hacer aprobar por el Parlamento un Estatuto de la profesión periodística. Estamos ante una gran paradoja. Es paradójico, en efecto, que una de laspocas profesiones que menciona explícitamente la Constitución (para hacer obligado regular su cláusula de conciencia y su secreto profesional) no tenga una misma normativa reguladora legislativa. Es paradójico que la profesión que hace posible la opinión pública libre-que es el fundamento de la democracia, como ha señalado enfáticamenteel Tribunal Constitucional- carezca de un estatuto legal establecidodemocráticamente o de una generalizada autorregulación eficaz.