En septiembre de 1971, un despacho de la Agencia France-Presse anunciaba que el fotógrafo francés, Pierre Golendorf, había sido condenado, por las autoridades cubanas, por actividades de espionaje al servicio de la CIA. Militante de extrema izquierda y miembro del Partido Comunista Francés, Pierre Golendorf, se había identificado hasta tal punto con la Revolución Cubana, que en 1967 decidió instalarse en la Isla para participar en la construcción de un Socialismo de rostro humano. Y entonces se inició una aventura que habría podido escribir Kafka: un entusiasta partidario choca contra la implacable burocracia, contra las decisiones tomadas precipitadamente, contra la desorganización erigida en dogma y contra el poder absoluto del "Líder Máximo", Fidel Castro, disimulado bajo una fraseología revolucionaria. Y, al fin, lo inaudito: Golendorf, es detenido, largamente interrogado y acusado, sin prueba alguna, de pertenecer a la CIA. Durante más de tres años, tras las rejas de la cárcel, luchará contra la soledad y la locura. La locura, el terrible sentimiento de haber sido herido en lo más querido para él: el ideal. Pierre Golendorf, ha conservado intacta su fe en el Socialismo, y no subestima ninguna de las positivas realizaciones del régimen cubano. Sin embargo, es un hombre que ha vivido en primera persona lo que le parecía imposible: El Gulag Tropical.
