El gozo y la dicha son la fuente que originan y afirman la conciencia del espíritu. La emoción y la experiencia de lo vivido es como un milagro excelso que surge de la profundidad del pensamiento, tan rico en lo «estético».
En sentido opuesto, la angustia que genera la conciencia del absurdo nos da una idea clara del dolor insoportable de la existencia. La fuente de las aguas, a la manera de poeta redentor, quiere iluminar la oscuridad de la noche y comenzar de nuevo el juego de la inocencia y olvido del niño, como un canto afirmativo de la vida que justifica después al hombre.
Nota del autor: Escrita en la juventud (comienzo de la década de los 30 años). Expresamente no existe corrección alguna.